Qué son las adicciones
Las adicciones son un problema de salud mental que puede afectar a personas de un amplio espectro de edad. Existen numerosas sustancias y comportamientos adictivos. Drogas como el alcohol, el tabaco, el cannabis y la cocaína son las más frecuentes. Entre las adicciones no tóxicas, las más comunes son la adicción al juego, al sexo y a las compras compulsivas. Es por ello que su prevalencia es tan frecuente en la población.
Las adicciones pueden provocar secuelas a largo plazo, como daño neuronal, infartos y enfermedades mentales tales como depresión, ansiedad o esquizofrenia. Entre los efectos fisiológicos de las adicciones, quizá el más importante sea la modificación de las estructuras cerebrales y su química y, como consecuencia, la alteración del funcionamiento de todo el sistema nervioso (incluido el cerebro).
Por desgracia, los efectos negativos de las adicciones no solo son médicos o psicológicos, sino que también implican un deterioro del área social, familiar, laboral y económica. Por esa razón no debemos desestimar o restar importancia a las adicciones no tóxicas, pues pueden desestabilizar y perjudicar con la misma o mayor gravedad que la adicción a un tóxico.
Cada droga tiene su mecanismo de acción en particular, afectando a unos neurotransmisores concretos. Para hacernos una idea, se podría decir que, en general, las drogas estimulan las vías dopaminérgicas, actuando como ansiolíticos. Es decir, o bien nos producen placer o bien nos liberan de un malestar, como puede ser la ansiedad, la frustración o la incomodidad.
Cuándo uno se convierte en adicto
Las adicciones a sustancias tóxicas y las adicciones a conductas como el juego o el sexo comparten las mismas bases neurológicas. Se considera que una persona es dependiente cuando, pese a sus esfuerzos de no hacer algo o no consumir una sustancia, lo hace o lo consume (aun sabiendo que no es bueno para ella). A continuación, revisaremos algunas de las principales características de la dependencia, como son el mono (craving), la tolerancia y el síndrome de abstinencia.
El mono (craving)
Tener el mono implica desear consumir en ese momento la sustancia a la que somos adictos. En terapia, trabajar esta fase es de suma importancia, puesto que revela mucha información del proceso adictivo. Mientras se siente el mono o deseo por consumir, se presentan ciertas cogniciones que llevan a la persona adicta a consumir lo antes posible para evitar esas sensaciones desagradables.
Tolerancia y síndrome de abstinencia
Muchas veces se confunden estos términos, pero vamos a ver detalladamente en qué se diferencian:
La tolerancia es la capacidad de nuestro organismo de metabolizar el tóxico y de reestablecer la normalidad después de consumir la droga. Lo que suele ocurrir es que, cuanto más se consume una droga en particular, mayor tolerancia se tiene (porque nuestro organismo se «entrena» a metabolizar esta sustancia) y, por lo tanto, se necesita consumir más cantidad que antes para sentir lo mismo.
El síndrome de abstinencia, por otra parte, se presenta cuando se tiene el mono pero no se consume. Suele venir acompañado de un estado fisiológico desagradable, y también psicológico. En el sentido fisiológico, en la abstinencia se experimentan unas sensaciones más o menos contrarias a las que se sienten cuando se suministra la droga. Esto es debido a la desensibilización de determinados receptores neuronales. Cuando ingerimos la droga, estos se excitan; no obstante, al desregularse, experimentamos esta carencia de un modo desagradable.
Es importante aclarar que, en la mayoría de adicciones tóxicas, los efectos fisiológicos solo duran unos días o dos/tres semanas (como la nicotina), pero el componente más difícil de superar es el psicológico. Puede acompañarnos durante mucho tiempo porque, como hemos visto anteriormente, se ha consolidado un aprendizaje operante (asociando estímulos, reforzadores positivos y negativos) y esto es difícil de olvidar. Por ello es importante acompañar al paciente durante la rehabilitación, como mínimo con sesiones de supervisión, que pueden ser cada tres meses aproximadamente. Obviamente esto sería la última parte del tratamiento.
En las adicciones no tóxicas, como es lógico, el síndrome de abstinencia que se experimenta es fundamentalmente psicológico. Aunque sí que se dan ciertas modificaciones en las estructuras cerebrales.
Por qué unas drogas son más adictivas que otras
Cuanto más rápidos son los efectos de una droga, más adictiva es. Esto es debido al condicionamiento operante. Si un animal de laboratorio acciona una palanca y se le da comida inmediatamente, aumentarán las probabilidades de que vuelva a hacerlo. Cuanto más lo haga y más se repita el estímulo, más se reforzará la conducta y por lo tanto más asociará la palanca a la comida. Esto es un refuerzo positivo.
Los seres humanos aprendemos de la misma manera. Si nos encontramos mal y decidimos tomar una droga y a los pocos minutos nos encontramos mejor, cuando estemos mal tenderemos a recurrir a esa droga (depende de lo reforzado que esté). Esto sería un refuerzo negativo.
Al contrario sucede lo mismo: si tomamos una droga y al poco tiempo nos encontramos muy felices o muy bien, querremos buscar esas sensaciones con más frecuencia. Cuanto más se recurra a ella, más se reforzara la conducta.
Por esta razón (su efecto casi inmediato), algunas de las drogas más adictivas son la nicotina, la cocaína y la heroína.
Por su parte, el alcohol a dosis bajas reduce la ansiedad o nerviosismo, mientras que, a dosis altas, desinhibe el control que tenemos sobre nuestra conducta.
El cannabis también tiene un efecto estimulante en las neuronas dopaminérgicas, por lo que se produce una sensación de felicidad o bienestar cuando se consume. Entre los principales efectos de esta droga están los problemas de memoria a corto y largo plazo, puesto que afecta al hipocampo, que es la estructura cerebral encargada de la memoria y la atención.
Las recaídas en las adicciones
Las recaídas forman parte del proceso de rehabilitación. Esto no quiere decir que no pase nada si se recae. Hay que evitar a toda costa una recaída, pero una recaída no necesarimente implica que el paciente no esté colaborando, no esté concienciado o que algo esté fallando en la terapia. Cuando ocurre una recaída, hay que analizar qué la ha propiciado para aprender de ello y resolver cualquier aspecto de la recaída para continuar con el proceso de rehabilitación.
Muchas personas adictas a una droga tienen una recaída cuando toman una pequeña dosis de otra sustancia. Por ejemplo, un fumador quiere dejar de fumar, pero si se toma una copa o una cerveza le resulta muy difícil no fumar, o viceversa. Esto se debe a que, al ingerir una droga, se estimulan las neuronas dopaminérgicas y se genera un mayor deseo de consumir las sustancias que generan estas sensaciones porque resultan más excitantes o motivadoras (relevancia de incentivo). Esto se debe tener en cuenta durante el tratamiento, puesto que pasar por alto otras drogas o conductas adictivas podría conllevar un fracaso en la rehabilitación.
Otra situación que se da con relativa frecuencia es que un adicto quiere reducir la dosis pero no extinguirla del todo, sino consumirla de manera controlada. Esto es muy difícil debido a que, cuando un adicto ingiere una dosis, por muy pequeña que sea, se produce una sensibilización fisiológica, experimentada como una ansiedad por consumir. Además, tenemos que añadir el efecto del mecanismo de aprendizaje (refuerzo positivo o negativo al ingerir la droga). De la misma manera, se debe tener en cuenta este aspecto ante las posibles negociaciones sobre reducir la cantidad consumida y no extinguirla del todo.
Tratamiento de las adicciones
El tratamiento de las adicciones consta de distintas etapas, como la psicoeducación, que se basa en hacer entender al paciente los procesos adictivos, por qué se siente como se siente ante determinadas situaciones, etc. Lo descrito anteriormente en este artículo correspondería a la parte psicoeducativa.
El resto de etapas consisten en guiar y dotar de herramientas al paciente durante el proceso de rehabilitación. Algunas de estas herramientas pueden ser los autorregistros, el cambio de creencias irracionales, detección de pensamiento, el refuerzo de conductas deseables, el entrenamiento en habilidades y manejo del estrés y frustración, y la adquisición de conductas y actividades incompatibles con la adicción.
Este tipo de abordaje se correspondería, en líneas generales, con la terapia cognitivo conductual y adyacentes, como la terapia racional emotiva conductual.
Principal bibliografía consultada:
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