Pasamos una gran parte de nuestro tiempo en el trabajo. Lo ideal es dedicarte a aquello que te gusta, puesto que ya que tenemos que trabajar, ¡que sea en un sitio agradable o haciendo algo que nos motive! Pero por desgracia, trabajes en lo que trabajes, nadie está extento de acabar sufriendo el síndrome de burnout.

Desde que surgió el término de Burnout, se ha relacionado con mayor frecuencia entre las profesiones tradicionalmente vocacionales, como enfermería, magisterio o medicina. Esto se debía a que se tenía que lidiar con situaciones más estresantes que en otras profesiones. No obstante, a día de hoy se dan casos de Burnout en cualquier ámbito laboral.

Empezar súpermotivados un trabajo no nos garantiza que a medio o largo plazo nos veamos doblegados por el estrés o desmotivados hasta tal punto que se comience a rendir de manera deficiente o que se vea afectada nuestra salud.

En este artículo vamos a ver qué es este trastorno y qué podemos hacer para evitarlo.

¿Qué es el síndrome de burnout?

El síndrome de burnout, o síndrome del trabajador quemado, es un trastorno psicológico que se caracteriza por un elevado grado de estrés mantenido en el tiempo, en la actividad laboral de una persona. Puede derivar en otras patologías mentales como la depresión o el trastorno de ansiedad generalizada y también en problemas físicos como el cansancio crónico, migrañas o contracturas musculares.

El burnout es un problema que no sólo afecta al individuo que lo padece, sino que también afecta directamente a su empresa o entorno laboral, puesto que en el mejor de los casos su rendimiento empeora, y en el peor de los casos coje una baja laboral por enfermedad o se va de la empresa.

Estrés vs Burnout

Es importante diferenciar el estrés laboral del síndrome de burnout:

El estrés en sí no es malo. Lo que es malo es que una situación estresante se extienda más de lo debido. Un estrés bien gestionado nos ayudará a rendir mejor: a nivel fisiológico se activan determinados neurotransmisores (p. ej. adrenalina), que nos ayudan a estar más atentos, más concentrados y en definitiva mejor preparados ante un desafío.

Veamos un ejemplo: imaginaros que tenemos un examen importante y no nos sentimos nada estresados, ¿Cómo creéis que haríamos el examen? Nos podría entrar sueño, ya que no suele ser una actividad muy apasionante y entretenida, nuestra atención estaría mermada o dispersa y seguramente lo haríamos peor que si nuestro organismo hubiera estado más alerta.

Pero, ¿qué pasa si las situaciones estresantes se van encadenando una detrás de otra? Acabaríamos entrando tarde o temprano en un estado de «estrés crónico», y, si dicho estrés es fruto de nuestra actividad laboral, estaremos sufriendo burnout.

Cuando sufrimos burnout podemos experimentar las siguientes sensaciones:

  • Incapacidad de desconectar del trabajo en nuestro tiempo libre.
  • Problemas de concentración o de memoria.
  • Problemas de sueño como insomnio o terrores nocturnos.
  • Dolores de cabeza o musculares.
  • Espasmos musculares.

Factores desencadenantes de burnout

El síndrome de burnout, como cualquier patología psicológica, no tiene una causa única. Existen múltiples factores que podemos dividir en dos categorías: factores internos y factores externos.

Factores internos

Los factores internos hacen referencia a las características del individuo, como su capacidad de tomar decisiones y delegar, su tolerancia a la incertidumbre, su grado de perfeccionismo y su autoconcepto.

Estos factores dependen de nosotros, son los que se pueden trabajar y mejorar independientemente de cual sea nuestra profesión y cómo sea nuestro trabajo.

Factores externos

Los factores externos hacen referencia a las características del trabajo, como el horario laboral, el grado de responsabilidad, el ambiente laboral, los recursos humanos de la empresa y las herramientas que se facilitan a los empleados para desempeñar sus funciones.

Estos factores no dependen de nosotros mismos, aunque con las herramientas adecuadas, podemos aumentar las probabilidades de que se cambien aquellos que no nos resulten favorables.

Pautas imprescindibles para prevenir o evitar el burnout

Si experimentas algunas de las sensaciones comentadas anteriormente, puedes prevenir o reducir el burnout aplicando las siguientes pautas:

  • Aprende a decir no: Si tu jefe, compañeros o clientes te piden más de lo que puedes dar, pero no eres capaz de decir que no, acabarás viéndote desbordada y probablemente se haga un efecto «bola de nieve».
  • Delega tareas y funciones: Delegar es difícil porque implica que dicha tarea no va a salir como tú lo harías, pero si no delegas no puedes crecer u ocuparte de otras cosas, y también das la oportunidad a las personas a quien delegas que desarrollen habilidades para ser más autónomos.
  • Comunícate de manera asertiva: Expresar adecuadamente una disconformidad o un enfado te ayudará a canalizar y gestionar mejor los conflictos con otras personas en tu trabajo o con clientes/pacientes.
  • Desconecta fuera de tu horario laboral: No accedas al correo electrónico o teléfono del trabajo fuera de tu horario laboral. Además de que en teoría está prohibido y no te están pagando por ello, aprenderás a tolerar la inceridumbre y la toma de decisiones al afrontar el problema al día siguiente.

Si crees que ya estás sufriendo burnout, es recomendable iniciar un tratamiento psicológico para detectar las causas y revertir el problema. Ningún texto o libro tiene la capacidad de sustituir la terapia, pero te puede ayudar a tomar medidas preventivas o a reaccionar sin esperar a que sea demasiado tarde.

 

Bibliografía consultada:

de Arruda Campos Neto, A., Marqués Montanha, H., & Álvaro Estramiana, J. L. (2020). Relaciones entre valores humanos y síndrome de burnout: una revisión sistemática. Revista de la Asociación Española de Especialistas en Medicina del Trabajo29(4), 357-373.

Bernal JS, Ventura MF, Sevillano CP, et al. Valores personales y profesionales en médicos de familia y su relación con el síndrome del burnout. Anales de psicología 2006; 22: 45-51.