¿Por qué nos cuesta decir NO cuando más falta nos hace?

Si te cuesta poner límites y sueles aceptar planes que realmente no te interesan, quizá estés siendo poco asertivo/a. Aunque esto no se haga de manera voluntaria o consciente, afecta a nuestra calidad de vida. Cuando no eres capaz de decir NO, estás dejando de cuidar y valorar tu espacio personal.

No ser asertivo no se debe confundir con no salir de tu zona de confort, no ser social o no ser empático. Realizar ciertas concesiones o favores puede ser positivo tanto para nosotros como para nuestras relaciones interpersonales. No obstante, justificar este tipo de comportamientos es un problema de asertividad porque no hemos sabido decir que NO, y por lo tanto, no hemos defendido nuestra postura o expresado nuestra voluntad pese a que podamos recibir un feedback negativo.

En este artículo voy a tratar de explicar cuáles son las causas de esta falta de asertividad y cómo podemos aprender a decir NO.

 Tres factores que influyen en la falta de asertividad

1. Presiones sociales

En todas las sociedades existen estereotipos sobre cómo debemos actuar en diferentes contextos. Cuando no nos comportamos de esta manera, podemos sentir presión del entorno al no aceptar o no entender nuestra conducta. Es en estas circunstancias cuando se nos puede hacer difícil decir que NO.

Por ejemplo, cuando no quieres beber alcohol pero todo tu grupo se ha pedido una copa, en lugar de pedirte agua o un refresco, pides una bebida alcohólica.

2. Inseguridades

Las inseguridades reflejan un autoconcepto bajo. Si te ves a ti mismo menos válido de lo que eres, vas a actuar en consecuencia. Esto no se debe confundir con tener inseguridad sobre algo que no se conoce o con el miedo racional. Si te sientes inseguro por realizar una conducta de riesgo (conducir a una velocidad excesiva o caminar al borde de un precipicio), es completamente normal y adecuado para tu supervivencia, porque dicha inseguridad te hará tomar una decisión coherente.

¡Veamos un ejemplo! Una persona te habla de manera desagradable u ofensiva: en lugar de pedirle que no lo haga, te callas y esperas a que pase el mal trago. Otra situación común es cuando estás haciendo cola y alguien se cuela delante de ti. Te parece injusto, pero no dices nada.

3. Miedo al rechazo

A nadie le gusta ser rechazado, pero lo ideal es normalizar el rechazo. Es decir, exponerse a la posibilidad de ser rechazado. Aceptar la posibilidad de que alguien pueda rechazarnos por haber dicho NO en algún momento dado. Ocurre como con los conflictos; a nadie le gustan, pero existen, y si miramos para otro lado cuando tenemos un conflicto sólo hacemos el problema más grande.

Cuando tienes un vínculo de confianza con una persona, la relación se va reforzando y haciendo más fuerte. Por tener una discusión o no estar disponible en un momento dado, esto no va a romper la relación. Si recibes un rechazo de un amigo o de una persona que considerabas de tu confianza, probablemente no era tan amigo o de tanta confianza. Cada persona tiene su vida, con sus responsabilidades y necesidades. No es normal estar disponible en todo momento para cualquier persona y para lo que sea, y si lo estás, seguramente te esté pasando factura en algún área de tu vida.

Veamos algunos ejemplos: Un amigo/a te dice de salir un viernes; no te apetece, sin embargo, accedes para que no piense mal de ti o te deje siempre de lado por no haber acudido ese día. O alguien te pide ayuda, no quieres hacerle el favor porque no te viene nada bien en ese momento o por cualquier otro motivo, no obstante, acabas haciéndole el favor por miedo a su reacción o a lo que pueda pensar de ti.

Aprende a decir NO en cuatro pasos

Cada persona sufre unas variables distintas y por desgracia no hay una fórmula mágica para superar estas dificultades. Lo ideal es hacer una valoración de cada caso para aplicar el tratamiento óptimo y conseguir cambios con garantías. Es por ello que ningún artículo (incluído éste) o libro, sustituye a una terapia psicológica. No obstante, espero que estos cuatro pasos puedan ayudarte como mínimo a identificar el problema para poder ponerle solución.

1.Identifica la falta de asertividad.

El primer paso para aprender a decir NO es entender por qué no lo estamos diciendo. Es decir, debemos identificar los motivos por los que no somos asertivos. Una vez identificados, podremos pasar a la acción.

2. Trabaja las habilidades sociales.

Las habilidades sociales son recursos que la gran mayoría de veces empleamos de manera automática y son fundamentales en la comunicación interpersonal.

Mantener el contacto visual con el interlocutor, tener una postura adecuada a la situación, saber escuchar y respetar el turno de palabra, mantener una conversación… son claros ejemplos de habilidades sociales. Utilizar estos recursos nos ayudará a ser asertivos y poder decir que NO adecuadamente, para que se nos entienda correctamente. Si por ejemplo, decimos que NO mirando al suelo, nuestro interlocutor puede percibir que no se lo decimos a él, o que no estamos muy convencidos de lo que acabamos de decir, o bien no entendernos tan bien el uno al otro como si nos dirigiéramos directamente.

3. Corrige sistemas de creencias irracionales.

Este es un pilar de la Psicología Cognitiva-Conductual. Básicamente consiste en desmontar aquellos esquemas mentales irracionales que podamos tener ante determinados conceptos o situaciones.

Por ejemplo, si creemos que somos un mal amigo por no estar disponible 24 horas al día para lo que sea, es difícil que digamos que NO a cualquier favor, por descabellado que sea.

Por otra parte, si creemos que somos un bicho raro por no fumar o beber cuando «todo el mundo» lo está haciendo, es muy probable que acabemos justificando beber o fumar aún sin ser nuestra preferencia.

4. Mejora tu autoconcepto.

El autoconcepto es la percepción que tenemos de nosotros mismos. Cómo creemos que somos y cómo creemos que nos ven los demás. En este sentido, lo ideal es que nos veamos tal y como somos, sin sobrevalorarnos ni infravalorarnos. Aunque en el tema que tratamos hoy, si hay un problema de autoconcepto será por infravalorarse. De esta manera, si nos infravaloramos, nos vamos a sentir inseguros, por lo que aumentarán las probabilidades de no ser asertivo y no saber decir que NO.

Para mejorar el autoconcepto es necesario ser instrospectivo. Esto implica conocerse, saber qué te sienta bien y qué no. También es importante escucharse y cuidarse. Cerrar heridas o superar etapas, crisis o duelos. Estos temas se trabajan frecuentemente en terapia psicológica, aunque cada persona es un mundo y el tratamiento que se realiza es totalmente individualizado dependendiendo de las características, demandas y necesidades de cada paciente.

Fuentes consultadas:

Riso, W. (2002). Cuestión de dignidad: aprenda a decir no y gane autoestima siendo asertivo. Editorial Norma.