La conciencia emocional es la capacidad de percibir las propias emociones, es decir, el autoconocimiento de lo que sentimos. Conocer y controlar las emociones es imprescindible para poder llevar una vida satisfactoria. Si no hiciéramos caso de nuestras emociones, tomaríamos decisiones erróneas continuamente, de ahí la importancia de reconocerlas, para después gestionarlas adecuadamente.

La canalización de las emociones es una parte fundamental en las terapias psicológicas que realizo en mi consulta. Muchas veces, las personas que sufren problemas emocionales intentan reprimir estos sentimientos y pensamientos asociados, lo que puede evitar afrontar el problema en ese momento, pero a la larga puede generar un sentimiento de bloqueo emocional. Por ello es importante detectar dichas emociones, entender que quieren decirnos, comprenderlas, para poder actuar en consecuencia.

Las emociones son una herramienta que nos facilita la respuesta adecuada al entorno, siempre y cuando no las interpretemos erróneamente, ya sea por tener creencias irracionales o por un trastorno psicológico.

¿Para qué sirve la conciencia emocional?

Existe una amplia diversidad de emociones, y cada una de ellas puede variar en intensidad dependiendo de qué lo provoque. Conocer de dónde vienen y qué nos quieren transmitir es la clave para responder adecuadamente al entorno y tomar mejores decisiones.

Si tenemos una mayor conciencia de nuestras emociones, podremos defendernos mejor de aquello que no nos agrada, es decir, responder asertivamente en lugar de reprimirse o dejarse llevar, conllevando un perjuicio en nuestra salud, calidad de vida o autoestima.

Claves para mejorar la conciencia emocional

La introspección, el autoconocimiento, la regulación emocional, etc. son conceptos que seguramente has oído muchas veces, pero que a veces no queda demasiado claro a qué se refieren exactamente. Todos ellos hacen referencia a conocerse mejor a sí mismo, para saber por ejemplo qué es lo que quieres y lo que no quieres en tu vida.

A continuación, te describo brevemente los tres conceptos fundamentales que conforman la conciencia emocional:

1. Autoconocimiento

El autoconocimiento es la habilidad de ser introspectivo, de conocerse a sí mismo y por lo tanto, ver las similitudes y diferencias que tienes respecto al resto de individuos.

El autoconocimiento también es la capacidad de identificar nuestro estado emocional: saber si estoy enfadado o melancólico, rabioso o celoso, decepcionado o triste.

Cada emoción tiene una función diferente, por lo que distinguir unas emociones de otras nos ayudará a tomar decisiones acertadas como respuesta al entorno.

2. Autorregulación

La autorregulación es la capacidad de controlar las propias emociones. Una vez que detectamos nuestros sentimientos, debemos gestionarlos adecuadamente.

La reflexión acerca de un estado emocional no siempre es sencillo, pero el hecho de pensar acerca de estado emocional en el que estamos, puede ayudarnos a generar distintas alternativas para controlar nuestra reacción.

Ante una situación estresante, pero en la que no corremos un serio peligro, si actuamos como si fuéramos a morir, seguramente nuestra respuesta será desproporcionada e ineficaz.

3. Automotivación

La automotivación es la capacidad de motivarse a sí mismo. Cuando eres constante y pones todos tus esfuerzos en conseguir algo, sin que nadie de obligue o te premie por ello, estás haciendo uso de la automotivación. Para desarrollar esta capacidad debemos aprender a fijar objetivos a corto, medio y largo plazo.

Un objetivo no es un deseo: en el objetivo trabajamos para conseguir algo que es posible y que no depende del azar o de la suerte, sino de nuestra actividad y esfuerzo.

Si no somos conscientes de por qué hacemos lo que hacemos, difícilmente podremos ser consistentes en nuestra tarea, pudiendo perder la motivación al no encontrarle sentido a aquello que estamos haciendo. De ahí la importancia de marcarse no solo objetivos a largo plazo.

La conciencia de uno mismo

La conciencia de uno mismo es fundamental para responder adecuadamente ante las demandas del entorno. Conocer nuestros puntos fuertes y débiles nos ayudará a saber cuándo necesitamos ayuda y cuando no, y lo más importante de todo, nos ayudará a establecer objetivos realistas y tomar mejores decisiones.

Si no nos conocemos realmente, si nos sobrevaloramos o infravaloramos, o si no ajustaremos nuestros objetivos a nuestras capacidades, seremos demasiado ambiciosos (lo que puede conllevar a continuos fracasos o pérdidas) o seremos demasiado conformistas (dejando escapar cualquier oportunidad de mejora laboral, personal, o creativa.)

Ser consciente de uno mismo implica darse cuenta de quién soy, cómo me relaciono con mi entorno y por qué hago lo que hago, permitiéndome aceptarme a mí mismo.

Todas las personas tienen virtudes y defectos. Comprender y definir estos conceptos te ayudará a mejorar aquello que peor se te dé o más dificultades tengas para desarrollar, y aprovechar el potencial y las ventajas de las cosas que se te den mejor.

 

Espero que te haya gustado el artículo. Si tienes alguna duda o quieres informarte acerca de mis servicios, estaré encantado de atenderte.

Eduardo Bertomeu,

Psicólogo